Encantos del PCC: Pueblíando por la Ecorregión Cafetera

 

 

Por: Gonzalo Duque-Escobar*

A continuación, una muestra de preciosos poblados de Caldas y sus alrededores para comprender la Ecorregión Cafetera como un constructo social e histórico ya que, mirado el territorio desde la cultura, tal cual lo hace el Museo Interactivo Samoga de la U.N. de Colombia con la propuesta de los Mundos, se pueden identificar cuatro escenarios geográficos con su propia identidad:

Mundo Pachamama: en el alto occidente que, como tierra de currulaos, resguardos y negritudes, además de ser una subregión panelera, es minera: en el oro existe más novela y poesía que en el café. Además de estos dos poblados, veamos allí a Marmato, Riosucio, Supía y Anserma. Como anexo, A recupera la cuenca del Risaralda

Mundo Bachué: El Magdalena centro, tierra de bundes, ranchos de hamacas, chinchorros, subiendas de bagres, nicuros y bocachicos; y también de los bogas y vapores por el río y de la Expedición Botánica. Veamos a La Dorada, Honda, Samaná y Victoria. Como anexo: Anotaciones a la navegación del Magdalena.

Mundo Yuruparí:  La región Cafetera propiamente dicha que empieza en Neira y llega hasta el norte del Valle; es la de los bambucos, las chivas, el bahareque de guadua, los cables aéreos, los Ferrocarriles Cafeteros y la música de carrilera. Veamos a Salamina, La Merced, Neira y Marsella. Como anexo, Diez años del Paisaje Cultural Cafetero.

Mundo Chiminigagua: La región San Félix-Murillo en la alta cordillera con sus volcanes, es aquella que tiene sus íconos en el cóndor, el pasillo, el páramo, la ruana de Marulanda, la palma de cera, el bahareque de tabla parada y el sombrero aguadeño. Veamos a Aguadas, Marulanda, Pensilvania y Manzanares. Como anexo, Páramos: ecosistemas vulnerables al cambio climático.

Adicionalmente, para Samoga, desde la ciencia y la tecnología, imbricadas con la cultura, en los Mundos, Chibchacum, Bochica y Chía respectivamente, deben surgir las estrategias para cerrar las brechas del desarrollo en este territorio. Veamos:

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01- MUNDO PACHAMAMA: La Tierra

 

RETROSPECTIVA HISTÓRICA DE LA MINERÍA EN MARMATO

Con el nombre de Marmato asociado al   vocablo “marmaja” mineral que los aborígenes Cartamas molían sobre piedras   para extraer el oro, se identifica este histórico poblado anclado sobre los   riscos del cañón del río Cauca, en una zona aurífera de Caldas cuya historia   está cruzada por la miseria, el abandono y la codicia y cuyo nombre honró, Juan M. Boussingault al denominar marmatita a una variedad del mineral esfalerita.

Durante la conquista, la ruta que explora el Cauca medio, funda a Anserma (1539), Cartago (1540), Supía (1540), Antioquia (1541) y Arma (1542); y aunque se señala que Belalcázar y Juan Badillo declararon fundado el pueblo en 1537 donde está ubicado el corregimiento de San Juan, se reconoce a Anserma como la primera población de esta región. Pero los Cartamas fueron exterminados antes de 1625 por el trabajo forzado en la Mita y Encomienda, cuando ya Marmato figura como un Real de Minas de la Provincia de Popayán por lo que se obliga a la incorporación de una parte de los 250 mil esclavos africanos traídos al Nuevo Reino de Granada.

Fue el oro la causa de que apenas en 1717 se crea el virreinato de la Nueva Granada con las reformas borbónicas que buscan hacer de América un proyecto rentable. En el Siglo XVII cuando la Nueva Granada suministraba el 39% del oro del mundo, y Quiebralomo era la primera mina del orbe, cerca del 50 % de la producción se concentraba en el Cauca donde se trabajaba casi en su totalidad por esclavos y cuya primacía llega hasta la Independencia, seguida de Antioquia con un 20% y parta la cual el mayor aporte de la fuerza de trabajo lo hacen los mineros independientes. Las ricas minas de plata de Quiebralomo a lindes con Supía y de Echandía vecina a Marmato cuya enorme riqueza reconoció Alexander von Humboldt, fueron descubiertas antes de 1789.

Y tras tener que saldar la deuda de la Independencia antes de haberse consolidado la autonomía de la república, entran al escenario los ingleses aportando una asistencia técnica que les asegurare el oro para el pago de los empréstitos, así: en 1825 la Casa Goldschmith arrendó minas en Supía y Marmato, mientras Boussingault compra para otra empresa londinense minas en Marmato, Quiebralomo y Supía. También, la Colombian Minning Association que en 1820 se había instalado en Santander, en asocio con la Exploration Company Ltd., logra la explotación en la provincia de Riosucio y las minas de Marmato, mediante un monopolio que ejerce por 20 años.

Entrado el Siglo XX, luego de que The Royal Railway Ltd. con la construcción del Cable Aéreo Manizales-Mariquita (1922) controla el transporte y que otras empresas inglesas hacen lo propio con los seguros y la banca, decae el sector,  para luego consolidarse un control norteamericano centrado en las explotaciones mineras del Chocó, a tal punto que en 1969 el ministerio del ramo reconoce que Mr. Harter, con siete compañías que producen 2/3 del total nacional, logra orientar la política del oro en Colombia.

Hoy, dado el crecimiento de los precios del oro, que en pocos años duplican y triplican el valor de las acciones de las multinacionales del ramo, representadas por ejecutivos extraídos de la política nacional que les sirvan, entre los proyectos de la minería aurífera, para las locomotoras del Plan de Desarrollo, sobresalen en Colombia el del Cañón del Río Cauca, el del Batolito de Piedrancha-Guachavéz en Nariño, el de la Serranía de Lucas al Sur de Bolívar, el de Tararia en Guainía, y el del Batolito de Mandé ubicado en Chocó y Antioquía.

En consecuencia, al volver al caso de Marmato, tras conocer las inquietudes por las pretensiones de una explotación a cielo abierto en La Colosa-Tolima con la empresa surafricana Anglogold Ashanti y en Santurbán-Santander con la canadiense Greystar, ¿qué pasará en Marmato cuando la multinacional Gran Colombia Gold Corp. heredera de la Medoro Resources decida proceder con esta clase de minería? La respuesta es clara: ni la Asociación de Mineros Unidos de Marmato, ni el Resguardo Indígena de Cartama de Marmato, ni el Comité Cívico por la Defensa de Marmato, desean sus devastadoras consecuencias ambientales y sociales.

Para que no se repita la historia, en la que nada les ha dejado el oro a estas comunidades del occidente minero caldense después de siglos, está de por medio la voluntad de cientos de familias de etnias mayoritariamente afrodescendientes e indígenas que no han negociado sus raíces culturales, porque saben que la alternativa para no quedar sin pasado ni futuro, es implementar una minería artesanal amigable con el medio ambiente, que le incorpore sus símbolos y valores como valor agregado a su producción, tal cual lo propone el Gobernador de Caldas en el nuevo Plan de Desarrollo.

Imagen01: Marmato-Caldas, en PNC Periódico nº 9, en: oasportal.policia.gov.co y Blog de la SMP Manizales.

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RIOSUCIO MESTIZA E INDÍGENA

 



En las estribaciones de la Cordillera Occidental y en la hoya del río Cauca, sobre un paraje ondulado ubicado a 1800 msnm entre Anserma y Supía, en 1819 cuando se salvaba la batalla del Puente de Boyacá, se funda Riosucio al lado del Ingrumá su cerro tutelar, como un proyecto de integración de las poblaciones del asentamiento minero Quiebralomo constituido por grupos mestizos que laboraban como mineros, y de la comunidad indígena de La Montaña conformada fundamentalmente por grupos nativos dispersos e indígenas cristianizados de Pueblo Viejo, su vereda más importante. La fundación de San Sebastián de Quiebralomo data de 1550, mientras la creación de los resguardos de La Montaña de finales del siglo XVI y de Cañamomo y Lomaprieta del siglo XVII.

Cuando en el siglo XVI España explotaba la mina aurífera más grande del orbe, localizada en el cerro Quiebralomo por entonces jurisdicción de la Gobernación de Popayán, existían dos parcialidades indígenas vecinas al lugar: Cañamomo y la Montaña. A mediados del siglo XVIII por una carestía surge un conflicto entre ambas, cuando para expandir sus cultivos la primera ocupa tierras de propiedad indígena en La Montaña. La situación que lleva a la fundación de un poblado al pie del cerro de Ingrumá en 1752 para atenuar tensiones, exacerba el conflicto durante seis años más, hasta cuando con prudencia y sabiduría se apaciguan los ánimos, para que las provincias prosperen.

Ya en 1813, llega para establecerse en La Montaña el Padre José Bonifacio Bonafont, natural de Socorro, quien al encontrar descaecido el desarrollo de ambas parroquias y haber asumido como Cura, con el apoyo del Padre José Ramón Bueno oriundo de Popayán que ejercía en Quiebralomo, discutía con las vicisitudes que se daban entre ambas comunidades. Y aunque el proceso de fundación empezó en 1814, habrá que esperar hasta 1919 para consolidar la apuesta de hacer de los dos poblados uno solo, lo que finalmente se decide considerando entre las opciones hacer la ocupación en Tumbabarreto y un asentamiento en Ingrumá, en favor del segundo sitio, apareciendo Riosucio en jurisdicción del Cantón de Supía, aunque por las conmociones de la independencia la fusión definitiva de ambos poblados y el traslado de sus parroquias y la erección de sus respectivos templos, tarda hasta el 7 de agosto de 1819. Pero como las diferencias no se salvaron, unos y otros separadamente iban a los rituales cristianos vistiendo sus galas el día de mercado, para comprar mercaderías y ofrecer sus productos.

Los más acomodados: blancos y criollos con su servidumbre, habitaban viviendas pajizas que construyeron en el entorno de la plaza fundacional; contrariamente los negros, mulatos, zambos e indígenas vivían aislados en los desmontes de la selva y en vecindades de sus primeras parroquias. Finalmente, los de La Montaña que fueron tomando posesión en la parte baja para quedar en el entorno del templo que consagraron a la Virgen de la Candelaria, terminaron separados por una cerca divisoria de los venidos de Quiebralomo ubicados en la parte alta, donde el templo consagrado a San Sebastián adornaba una segunda plaza. Sobre la cerca divisoria, las comunidades acordaron poner la imagen de un demonio para que recibiera las quejas y reclamos de la plebe, argumentando que sí Dios no había podido unir al pueblo, que lo una el diablo. En 1850, varias familias asociadas a las corrientes de la colonización antioqueña irrumpen ocupando tierras de resguardos y fundando a Oraida en este territorio de raíces y cultura mestizas ya consolidadas.

Pero qué tenemos hoy en Riosucio, esa población caldense de 57 mil habitantes que en un 74% se reconoce amerindia: el legado cultural de esta comunidad cuya ancestral cultura parte de la sabia actitud de respeto a la naturaleza, así su carácter indígena aceptado para el poblado sólo en tiempos de la naciente República se desconociera luego por la excluyente élite de las primeras décadas del siglo XX que abogaba por “blanquear” la raza. No obstante, sobre la segunda mitad del siglo XX y en cada cita del Encuentro de la Palabra y del Carnaval bianual cuyas raíces son africanas, en el pensamiento de las comunidades de base y de la nueva intelectualidad se expresa la grandeza de Riosucio, cuando a través de la danza, el disfraz y la palabra se reivindica el concepto más incluyente de una Riosucio mestiza cimiento de la caldensidad.

Imagen02: Templo de San Sebastián en Periodismo Informativo y Parcialidades de los resguardos de Riosucio, en www.carnavalriosucio.org 

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ANSERMA PUNTAL DEL OCCIDENTE POR SUS RAÍCES UMBRA

 



Anserma, fundada en 1539 por Jorge Robledo en territorio Umbra, Cabildo en épocas coloniales que en 1570 se le consagra a Santa Bárbara, situada en una región despoblada por siglos, salvo centros mineros como Marmato y Supía, y resguardos indígenas, pese a sus dificultades para apuntalarse y mantenerse como municipio, es una población que apenas alcanza esa condición definitiva desde 1882 cuando la Asamblea del Cauca lo erige como tal, gracias al rol desempeñado como base logística para los procesos de fundación de pueblos vecinos en tiempos de la colonización antioqueña.

A pesar de que la comunidad indígena que habitaba entre Arma y Anserma, se creyó extinguida en 1625 al ser forzada al trabajo en las minas, sufrir la desmembración familiar o la desintegración de núcleos aborígenes con los traslados y las escaramuzas contra los españoles ocurridas hasta 1557, existen vestigios de su lengua y cultura aún vivas, localizados en vecindades de Riosucio y Quinchía,  documentados y rigurosamente descritos por los Etnógrafos Guillermo Rendón y Anielka Gelemur, quienes han consignado una notable iconografía importante para proyectar un portentoso desarrollo artesanal y turístico en el occidente caldense y risaraldense.

Creado el departamento en 1905 con las provincias de Marmato, Robledo y Sur de Antioquia, cuando  Tolima llegaba hasta Antioquia y Quindío aún pertenecía al Cauca, se enriquece el carácter del caldense con el espíritu liberal del caucano presente en Riosucio y Anserma, incluidas en la primera de aquéllas, y en Pereira y San Francisco (Chinchiná) pertenecientes a la segunda, perfil al que se suma el talante conservador del antioqueño laborioso que viene poblando la región entre Aguadas y Manizales desde los albores de la República y en tiempos de guerras civiles. Esto para señalar que el occidente cafetero debe ser entendido como un sujeto de transformaciones ambientales que se extiende desde Anserma hasta Quinchía, Marmato, Riosucio y Supía, por ser una construcción social que remonta épocas de la cultura Umbra y luego de la historia de los mineros afrodescendientes, hasta incorporar finalmente los fenómenos de la gesta colonizadora.

De ahí la complejidad de nuestra sociedad, dada la diversidad cultural de la ecorregión cafetera, y el riesgo de un enclave minero como se propone en Marmato que desestructure el vasto territorio del occidente caldense y risaraldense, donde según las crónicas de la conquista los españoles conocieron la riqueza aurífera del subsuelo viendo barequear a los Cartamas en las quebradas que bajaban del cerro.

Tras la ocupación de la tierra de los Umbra con la expansión de la colonización, finalizando el siglo XIX Ansermaviejo indígena gradualmente cede paso al moderno poblado de continuos arquitectónicos en bahareque al entrar al siglo XX, y consolidar una economía cafetera que le permite en los años 20 adornarse de preciosas casonas, con balcones metálicos en la segunda planta, para que a partir de 1939 al inaugurarse la Carretera de Occidente, se anuncie con su intensa vida cultural como el más pujante de todos los de la cuenca del río Risaralda, donde aún sorprenden por su actividad la biblioteca pública, además de chirimías, semilleros de escritores, grupos de danzas, bandas…

Pero esa etapa de modernidad en Anserma concluye con el advenimiento del café Caturra en la década de los 70: símbolo de la crisis social, ambiental y urbana consecuencia de la revolución verde que implementó monocultivos y arrasó la diversidad cafetera. Luego, tras perder la senda ecológica y palidecer su economía por el deterioro de los términos de intercambio, surge ahora una oportunidad sin precedentes para resolver la profunda brecha de productividad de las áreas rurales que explica la concentración del PIB de la ecorregión en las capitales, todo gracias al Paisaje Cultural Cafetero PCC y dinámicas en el nuevo escenario de las conurbaciones del occidente colombiano: primero, si se satisfacen los presupuestos de la declaratoria de la Unesco; segundo, si se articulan políticas de ciencia, tecnología y cultura para los medios rurales y productores artesanales; y tercero, si se desarrollan los elementos estructurantes de la cultura y se emprende la recuperación del medio ecosistémico.

Sabemos que unas cadenas productivas  con identidad cultural y servicios ambientales de productores organizados expresando los íconos culturales de la región como tierra de resguardos y negritudes, con sus comunidades indígenas en Anserma y Riosucio y ancestros afrodescendientes en Marmato, además de los atractivos del bahareque como arquitectura vernácula, son factores para aprovechar el potencial humano en las oportunidades del PCC y desarrollar ventajas asociadas a la Autopista de La Montaña entre Irra y La Virginia pasando por La Tesalia, cuando el tiempo de recorrido a Medellín baje al 40% y se acorte la ruta entre varias ciudades conurbadas y la subregión minera y panelera del norte o con el valle del Risaralda pleno de cañaduzales entre laderas cafetaleras.

Imagen03: Provincias del Departamento de Caldas en 1905. Libro Centenario SMP de Manizales. Y Acuarela de Germán Zuluaga Uribe

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SUPÍA: 475 AÑOS BAJO LA TUTELA DEL CERRO TACÓN


Desde 1887 las torres del monumental templo de San Lorenzo, anuncian la presencia del poblado fundado en 1540 y erigido municipio en 1777, que se ubica entre Marmato y Riosucio a 1183 msnm, en una estrecha vega del río Supía afluente del Cauca, en territorio de la nación de los aborígenes Ansermas, explorada por el conquistador Juan Vadillo. En su circunscripción sobresalen Guamal y el resguardo de Cañamomo y Loma Prieta, hábitat de dos comunidades autónomas; la primera en un asentamiento ancestral de unos 1000 afrodescendientes, comunidad cuyo origen se remonta a la esclavitud del siglo XVIII, y el segundo el emblemático pueblo de 15 mil indígenas, de un resguardo cuya jurisdicción se extiende hasta Riosucio.

El colonial poblado, inicialmente lugar de paso sólo florece avanzado el siglo XVIII con el auge de la minería aurífera durante la Colonia. Entre1580-1630, mientras en la Gobernación de Popayán sobresalían las minas de lugares como Cartago, Supía y Quiebralomo (Riosucio), en Antioquia, la minería de aluvión prosperó en zonas como Remedios y Santa Fe, y la de filones en otros lugares como las sienitas de Marmato y Supía. Posteriormente, ya en el siglo XVIII se da un segundo apogeo minero, en el que el poblado se consolida. Luego a partir de la independencia, Supía adquiere cierto protagonismo, no sólo por los efectos de la colonización antioqueña cuando desde allí se funda Aguadas (1808), sino también cuando llegan al Cantón de Supía los ingleses, a quienes la naciente República les brinda la posibilidad de explotar las minas de Marmato.

En 1813, cuando Juan de Sámano ya había retomado a Popayán, un grupo de notables: el Padre  Joaquín de Velarde, Don Francisco Gervasio de Lemus, Don José María Gutiérrez y Don Pedro García, en un acto patriótico declararon la independencia  de Supía respecto del dominio español, separándose de la Gobernación de Popayán para anexarse al recién creado y efímero Estado Libre de Antioquia (1813-1816), cuya capital fue Santa Fe de Antioquia, y cuyos dominios por la vertiente oriental del río Cauca llegaron hasta Manizales. A finales del mismo año, aquel militar español y último Virrey de la Nueva Granada, fue derrotado por Antonio Nariño en la batalla de Alto Palacé.

Por el precioso y mestizo territorio, en la segunda década de 1800, haciendo sus observaciones ambientales y geológicas, transitó el científico naturalista Jean-Baptiste Boussingault (1802-1887) con la misión de examinar para los ingleses el estado de la explotación de oro en el distrito de La Vega de Supía. Entre otras valiosas anotaciones, resultado de su experiencia al visitar las minas de Quiebralomo en Riosucio, Llanos en Supía, y Casa Morena en Marmato, describe los pasos del Cauca para la época: uno, el de Guanacas sobre la ruta de Bogotá al alto Cauca; dos, los del Quindío para la ruta de Ibagué a Cartago; y tres, el más norte para transitar por el Páramo de Herveo entre Mariquita y la Vega de Supía.

A mediados de cada año par, los supieños celebran la ya cincuentenaria Feria de la Colación, evento nutrido de verbenas populares, presentación de bandas y chirimías, caravanas turísticas, conciertos y variados espectáculos culturales, para exaltar uno de los más notables productos gastronómicos de la ecorregión cafetera, confeccionado de azúcar o panela, en cuyo núcleo adhiere una almendra de corozo o corojo, fruto de una palma caribeña espinosa, que crece silvestre en  zonas bajas y secas de Colombia.

Finalmente, para el Supía de hoy con sus 24 mil habitantes con un indicador de 29% de NBI, mitad rurales y mitad urbanos, se tiene una compleja amenaza regional asociada al déficit hídrico en tiempo de sequía, y un futuro promisorio que depende de la recuperación de las cuencas del occidente de la ecorregión para asegurar el vital líquido: en el que a la dimensión turística aprovechando su valiosa oferta natural y cultural, y la de los municipios vecinos, se suman las posibilidades geoestratégicas del Corredor del Cauca, de cara a una plataforma logística sin precedentes entre La Felisa y La Virginia, cuyos detonantes serían Pacífico 3 como ruta integradora del Occidente Colombiano, el Ferrocarril Cafetero entre La Dorada e Irra, y el Tren de Occidente

Imagen04: Supía. Templo de San Lorenzo en La Patria- y Panorámica, Photo en http://co.worldmapz.com

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 ANEXOS 1 Mundo de la Tierra:

 

A RECUPERAR LA CUENCA DEL RISARALDA



El Río Risaralda, cuya cuenca con una extensión de 1261.5 Km2 se ubica en la vertiente oriental de la Cordillera Occidental y en jurisdicción de Risaralda y Caldas, desde su nacimiento en el alto Paramillo sobre los 3200 msnm, recorre en dirección norte-sur cerca de 126 km a través de un valle de gran biodiversidad, hasta desembocar en el Río Cauca a 900 msnm. Sus vertientes alimentadas por un régimen climático bimodal, con una pluviosidad media anual de 2086 mm y lluvias que varían entre 1800 y 2400 mm/año, alimentan afluentes representativos como los ríos Chápata, Guarne, Guática, Totuí, Apía y Mapa, y las quebradas Mampuy, San Luis, Arrayal y Dosquebradas.

Al zonificar el territorio que baña el río con un caudal final de unos 17 m3/seg, la cuenca alta tiene un cubrimiento del 34%, la cuenca media participa con el 26%, y la cuenca baja con el 16%, quedando el 23% restante para el río Mapa. Si en la parte alta sobresale Riosucio fundado en 1819 sobre territorios indígenas de La Montaña, Cañamomo y Quiebralomo; en la cuenca media el referente es Anserma que fuera fundado como Santa Ana en 1539 por Jorge Robledo; y en la cuenca baja estaría La Virginia que, habiendo surgido como poblado en 1905 donde habitaron los indígenas Sopinga, fuera erigido municipio en 1959, mientras que en el Río Mapa el referente es el municipio de Apía fundado en 1886.

Si por el departamento de Risaralda el río que discurre recibiendo el drenaje de la vertiente oriental del Cerro del Tatamá que se levanta desde los 1000 hasta los 4150 msnm, baña en el 60% de su cuenca a diez municipios: Apía, Balboa, Belén de Umbría, Guática, La Celia, La Virginia, Mistrató, Pueblo Rico, Quinchía y Santuario; también sobre el 40% restante de su territorio el río transita por jurisdicciones de seis municipios de Caldas, así: Anserma, Belalcázar, Risaralda, Riosucio, San José y Viterbo. Además, dado que mientras la temperatura media en el cerro Tatamá es de 6 C° pero en el valle del río se eleva a 24 C°, la cuenca del Risaralda presenta todos los pisos térmicos, desde el muy frío hasta el cálido.

Ahora, entre las problemáticas de su territorio, además de la creciente amenaza del cambio climático con un horizonte creciente de precipitaciones, en el que al 2100 las lluvias crecerán hasta un 30% según el IDEAM, y de la presión antrópica que se ejerce sobre su estructura ecológica, están los usos conflictivos del suelo asociados a procesos de deforestación por actividad minera y ganadera, además de la contaminación antrópica por vertimientos y residuos sólidos en áreas rurales y cabeceras, a lo que se suma la erosión en las cuencas abastecedoras desnudas de coberturas boscosas, como factor que incrementa la sedimentación, la pérdida de calidad del agua, y el riesgo de inundaciones y deslizamientos.

Y aunque en la cuenca alta sus riberas todavía conservan coberturas naturales protegiendo rondas hídricas, esto no ocurre en la zona media -sobre todo en Riosucio, Mistrató y Guática-, por la explotación forestal, ni en la zona baja dados los usos agroindustriales o pecuarios del suelo, como problemáticas de esta notable corriente, a las que se suma la contaminación del vital patrimonio por diferentes causas, como lo son el beneficio del café, el uso y manejo de plaguicidas, las actividades pecuarias y mineras, y el cultivo y transformación de la caña de azúcar, además del vertimiento de aguas residuales municipales y de actividades agropecuarias, y la disposición final de residuos sólidos en cabeceras y sectores rurales.

Finalmente y por fortuna, las apuestas coordinadas de las CARS -Carder y Corpocaldas, quienes comparten la cuenca del río Risaralda y son conscientes de la problemática, contemplan programas coherentes con las líneas de acción que demanda la compleja situación, como lo son: a) la gobernanza para el fortalecimiento institucional y la acción participativa con los actores sociales del territorio; b) la gestión del conocimiento y la investigación; c) la gestión integral del patrimonio hídrico mediante el ordenamiento territorial y el saneamiento ambiental; d) la adaptación al cambio climático considerando la gestión del riesgo y pervivencia de los ecosistemas; y e) el desarrollo rural para el crecimiento verde y sustentable en el territorio.

Imagen05: Río Risaralda- Curso del río, Área de la cuenca y Panorámica de la cuenca. POMCA y Getruve en Flickr.com

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CALDAS EN LA CONSULTA MINERA



Conscientes del potencial hidroenergético, agrícola y minero del Eje Cafetero, tras observar las preocupantes dinámicas de las aguacateras atentando contra el paisaje y de la pretendida sobreexplotación del patrimonio hídrico, además de controvertir la política agropecuaria y energética del país, también podríamos cuestionar las políticas del sector extractivo que, amparado en una legislación laxa acoplada al mercado, se ha convertido en amenaza para sus ecosistemas. Como ejemplo, en el departamento de Caldas, donde al 2021 se han otorgado 367 títulos mineros en 26 municipios, actualmente se tienen 262 solicitudes de propuestas de concesión, 42 de ellas con viabilidad técnica según la Agencia Nacional de Minería.

Este territorio con sus ecosistemas cafetero y de páramo, cuya vocación agropecuaria históricamente ha estado comprometida por conflictos del uso del suelo, que se expresan en la destrucción del bosque andino, víctima de una severa potrerización que ha comprometido un notable potencial bioturístico, ve ahora la amenaza para la estructura ecológica de soporte por un extractivismo minero descontrolado, asunto que exige regulación y control soportados en el amplio marco constitucional para la protección de su patrimonio natural y cultural, como factores fundamentales para la pervivencia de la vida y la cultura, haciendo del medio ambiente un elemento estratégico para su desarrollo humano, social y económico.

Para ilustrar lo que se puede venir, actualmente, entre los principales escenarios que han merecido atención en Caldas, además de la minería ilegal en las vegas de ríos como el Cauca, tenemos dos casos: Manizales-Villamaría y Marmato. Veamos:

En las microcuencas altas del Chinchiná existe minería centenaria. A pesar de la vecindad al Parque de los Nevados y a la primera fuente de agua de Manizales, mientras una pequeña minería de carácter artesanal, de incorporar prácticas amigables con el medio ambiente puede resultar viable, contrariamente la gran minería industrializada como la que se propone en Tolda Fría, a 2.900 msnm y vecina a áreas de interés ambiental y páramos protegidos por la Ley 2° de 1959, no: con la exploración y explotación subterránea, al alterarse la dinámica y dirección del flujo subterráneo podrían contaminarse fuentes de agua abastecedoras en cuencas hidrológicas vecinas, como la Planta de Gallinazo.

Y en el caso de Marmato, un pueblo colonial anclado en la montaña, donde la minería, antes que beneficiar a cientos de familias de etnias mayoritariamente negras y mulatas, cuya historia cruza páginas enteras de la historia del oro en Colombia, contrariamente con su modelo de enclave minero, al arrasar la actividad extractiva tradicional acentúa la pobreza, lo que explica necesidades básicas insatisfechas cercanas al 30% contrastando con un PIB per cápita similar al de Manizales. Actualmente, este poblado responsable del 3% de la producción nacional y séptimo municipio productor de oro en Colombia, con la prórroga por 30 años del contrato a la minera Caldas Gold, espera doblar su producción anual de 24.000 onzas de oro, y triplicar la de plata que llega a 30.000 onzas año.

Como van las cosas, además de estar quedado sin pasado ni futuro al perder sus raíces culturales, ¿por qué no reconvertir la actividad implementando una minería asociativa e incluyente de tipo artesanal, limpia y con valor agregado soportada en la cultura del alto occidente de Caldas? Creemos que los marmateños pueden y merecen otra clase de minería que, respetando los derechos del territorio y poniendo límites a la gran minería, permita desarrollar la actividad ancestral de este poblado, y sobre todo la transformación del oro en bienes con denominación de origen, en lugar de lingotes.

Finalmente, dada la complejidad del problema que deberán enfrentar los municipios ¿por qué no exigir la institucionalidad del proceso de consulta creando un órgano técnico departamental de apoyo, participativo y permanente, donde concurran expertos representativos de los actores sociales del territorio? Si bien los títulos mineros no dan un derecho ilimitado sobre el aprovechamiento de los recursos naturales, igualmente cuando se trate de la prohibición o regulación de la actividad minero-energética, las consultas populares mineras además de garantizar la democracia participativa, deben respetar la autonomía territorial considerando las competencias concurrentes entre los municipios, sometiendo el POT ante los concejos municipales, y la Nación mediante la autorización previa de la respectiva CAR como delegada del Ministerio de Ambiente.

Recuérdese que, si desde el punto de vista del bien explotado la minería no es sostenible, dado que el recurso extraído no se recupera; no obstante, podemos hablar de una minería limpia, socialmente responsable, y que sea productiva transformando la materia prima, si en lugar de enclaves económicos optamos por apalancar el desarrollo, y como tal por el respeto de los derechos bioculturales del territorio y por el desarrollo tecnocientífico de nuestras fuerzas productivas.

Imagen 06- Caldas: Títulos Mineros solicitados y en uso, en Extractivismo minero; y Biomas y usos del Suelo en mapas de Corpocaldas.

 

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MINERÍA EN TOLDA FRÍA ¿Y EL AGUA QUÉ?



A pesar de que la Reserva Forestal Protectora (RFP) Bosque de la CHEC, en jurisdicción compartida entre los municipios de Manizales y Villamaría, fue constituida mediante Acuerdo del Consejo Directivo de Corpocaldas número 009 de 2002, la renovación del título para la mina Tolda Fría en Villamaría, se otorgó en la Delegación Minera de Caldas en 2008, considerando que para dicha fecha había perdido su vigencia la inscripción del polígono asociado a la Licencia de Explotación 163-17, por haberse firmado e inscrito en el registro Minero Nacional en 1998, y por lo tanto con anterioridad a la creación de dicha Reserva Forestal Protectora.

Al respecto, la Sociedad de Mejoras Públicas SMP de Manizales considera que dicha renovación, no era procedente tratándose de un área fundamental de la nación y de la ciudad, y que para el efecto no se contó con la sustracción del predio donde se adelantaban las actividades por parte del beneficiario.

La SMP de Manizales, en cabeza de la Comisión Jurídica conformada por Dra. Marina Jiménez Buitrago y el Dr. Germán Conde como Socios, mediante acción popular logró en 2017 que, por decisión de primera instancia del Tribunal Administrativo de Caldas, se suspendieran temporalmente las actividades extractivas en la mina Tolda Fría, alegando que el procedimiento que establece la Ley 685 de 2001, por la cual se expide el Código de Minas, debe tener en cuenta el carácter superior de la normatividad ambiental colombiana, donde priman la función social y ecológica de la propiedad, y el bien general sobre el particular.

Alega la SMP que, al emprenderse la minería al interior de la Reserva Forestal Protectora Bosques de CHEC con 3893 ha de extensión, resulta evidente la violación del Artículo 204, Parágrafo 1, de la Ley 1450 de 2011, toda vez que el proyecto minero se encuentra a 5 km del PNN de los Nevados, ubicado en un bosque de niebla, con un 10% dentro de la Zona de Reserva Forestal Central de Colombia y el 90% del área en la RFP Bosques de CHEC.  

Igualmente, la SMP en la acción popular de 2011, señala que, en tanto, Corpocaldas según oficio 357406 de 2011 dirigido a la Personería Municipal de Manizales, autoriza la apertura de una vía de tercer orden transitando 4 kilómetros para llegar al interior de la RFP, y La CHEC como propietaria, ha permitido instalar un campamento y helipuerto, también según palabras de la Delegada de Corpocaldas en sesión del Concejo Municipal de Manizales, del 6 de julio de 2011, afirma que Aguas Manizales, quien hace el monitoreo a la calidad del agua incluyendo análisis de mercurio, en las Quebradas La María o Toldafría encuentra cantidades de este metal dentro de los rangos permisibles. Dicho esto, la benemérita SMP cuestiona: 1- que Corpocaldas permita dar paso a una vía, penetrando un bosque virgen en un área de estricta protección; y 2- que el mercurio, esté en el lecho de quebradas que deban ser monitoreadas por Aguas Manizales.

Razonablemente, nuestra Sociedad de Mejoras Públicas de Manizales, previendo la amenaza sobre ecosistemas estratégicos y el agua de la ciudad, al conocer lo que está ocurriendo en la Vereda Montaño de Villamaría, ha logrado la suspensión provisional de la Mina Tolda Fría, considerando que dicha explotación ubicada entre los 2800 y 3000 msnm ocupando 165 hectáreas en dicha área de interés ambiental, afecta de forma grave una cuenca que nutre las quebradas La María, Tolda Fría, Romerales y California, que drenan al Río Chinchiná en predios que comparten Manizales y Villamaría, y que cabe el principio de precaución, porque de darse dicha explotación, con decenas de km de perforaciones exploratorias y galerías de extracción, se afectaría la cuenca hidrológica profunda, pudiendo resultar contaminados acuíferos vecinos que nutren los cuerpos de agua que alimentan las boca-tomas de las plantas Luis Prieto 1 y 2 de la principal fuente de agua de la capital caldense.

Aunque la Corte Constitucional mantiene que pueden darse prácticas agropecuarias de bajo impacto en páramos, en 2016 fue firme en decidir que la minería en estos frágiles ecosistemas va en contra de la Constitución, en contraste a lo presentado en el Plan Nacional de Desarrollo de entonces; añade que, pese a los títulos mineros, dado que los páramos abastecen de agua al 70% de la población, prevalece en ellos el derecho al medio ambiente sano.

En 2018, cuando el 77% de los páramos de Colombia ya han sido delimitados, el Senado aprueba un proyecto de ley que protegerá los ecosistemas de páramo y alta montaña facilitando la gestión sosteniblemente desde varios frentes, y poniendo en firme la prohibición de la minería, la extracción de hidrocarburos y la agricultura a gran escala en dichos ecosistemas, y logrando avanzar en su definición y delimitación.

Ahora, respecto al régimen de sustracción y cambio de uso del suelo, el enfoque de sostenibilidad que determina la creación de las zonas de reserva forestal de la Ley 2.ª de 1959, permite realizar una cantidad importante de actividades, por lo que no es cierta la afirmación de que allí no se puede desarrollar ningún tipo de actividad económica.

Pero también, a pesar señalarse que en caso de que se requiera, las zonas podrán ser sustraídas y se permitirá el cambio del uso del suelo, esto procede únicamente bajo ciertas circunstancias, ya que cuando se trate de la minería, de acuerdo con el artículo 34 de la Ley 685 de 2001, en armonía con el parágrafo 1.º del artículo 204 de la Ley 1450 de 2011, en las áreas de reserva forestal protectora: no se pueden desarrollar actividades mineras, ni ser objeto de sustracción parcial o definitiva para tal fin.

Con lo señalado hasta aquí, habrá que añadir que, dada la doble concurrencia de lo local y nacional en los temas del uso del suelo y subsuelo, los derechos no son ilimitados, puesto que según sentencia de la Corte allí aplican los preceptos constitucionales de consulta previa y autonomía territorial. A partir del 2011 se empezaron a establecer medidas derivadas del mandato contenido en el artículo 204 de la Ley 1450 de 2011: dicha norma establece, entre otras, las siguientes determinaciones: las autoridades ambientales pueden sustraer las áreas de reserva forestal; el MADS debe adoptar los estudios técnicos, económicos, sociales y ambientales para realizar los procedimientos de sustracción; y las áreas de reserva forestal protectoras no se pueden sustraer para desarrollar actividades mineras. La limitante anterior es clave así la sustracción aplique para zonas de reserva forestal de Ley 2.ª y para las áreas de reserva forestal creadas.

Entonces por la doble concurrencia, el Concejo Municipal por el Municipio y la CAR como delegada del MASD por la Nación, son los responsables directos de lo que ocurra en Tolda Fría. Siendo así, la pregunta para ellos es, si permitirán o no una actividad extractiva cuyos impactos sean la inestabilidad causada a una barrera natural del PNN de los Nevados, la degradación ambiental en la vecindad de un páramo, el daño a una RFP que le provee el 65% del agua a Manizales, la contaminación hídrica en el territorio, la afectación del hábitat de especies emblemáticas como el cóndor y la palma de cera, y la amenaza para la pervivencia de individuos de especies vulnerables identificadas en el Plan de Manejo Ambiental de la RFP de Río Blanco (2010), conexo al corredor de conectividad que llega a la RFP Bosques de CHEC. Al respecto, según sentencias de la Corte T-445 del 2016 y C-123 del 2014, los entes territoriales por razones ambientales pueden incluso prohibir la explotación.

En conclusión, sabiendo que la situación en Manizales y Villamaría, donde la presión sobre su estructura ecológica es evidente, no ha sido fácil: por fortuna la minería en Tolda Fría, con el artículo 34 de la Ley 685 de 2001, en armonía con el parágrafo 1.º del artículo 204 de la Ley 1450 de 2011, tiene la puerta cerrada: allí, además de representar una amenaza para el agua de la ciudad, así se excluyan el suministro de agua de las quebradas California y La María para su tratamiento, dado que los acuíferos profundos podrán resultar contaminados, se pueden proteger el páramo y los bosques de niebla que blindan al PNNN, además de los mismos grupos biológicos de mamíferos y aves identificados en la RFP de Río Blanco como especies endémicas vulnerables y en riesgo de extinción, las que deben ser objetos de conservación dada la conectividad biológica que se establece en el sector.

Imagen07: Áreas tituladas en Extractivismo Minero, y Biomas de Caldas- Corpocaldas.

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DE LAS VÍAS 4G Y 5G A LOS CAMINOS RURALES

Si la infraestructura de transporte facilita el movimiento de bienes y servicios del país, el transporte rural es un catalizador de la reducción de la pobreza. En infraestructura vial y con una densidad de carreteras pavimentadas de 0.013 km/km2, Colombia entre 120 países ocupa el puesto 97, y en calidad de infraestructura, el puesto 101 entre 133 países. Veamos el sistema carretero.

Las carreteras primarias: una red que en Colombia cuenta al 2014 con cerca de 11.643 km de vías, de ellas 7.960 km pavimentados, están a cargo del INVIAS y de la ANI; son el 7,5% de las vías y conforman las troncales y transversales que integran las principales zonas de producción y consumo, que conectan fronteras o puertos buscando contribuir al desarrollo económico del país.

Las carreteras secundarias, que unen cabeceras municipales o una cabecera con una vía primaria, que en su mayoría están en afirmado, y que representan el 22.1% de la red, son atendidas por los departamentos y el INVIAS. Otra cosa son las vías urbanas, el activo físico de mayor cuantía para el país, que representan la mayor inversión en infraestructura del transporte.

Y finalmente, las carreteras terciarias, que unen cabeceras con veredas o veredas entre sí; la mayoría están en afirmado, y a cargo de los municipios, y en menor grado del departamento o el INVIAS. Si al 2017 la red sumaba 143 mil km, de los cuales 100 mil km estaban a cargo de los municipios y 28 mil km de los departamentos, sus falencias se explican por brechas fiscales de municipios y departamentos.

En Colombia, la inversión en infraestructura vial que históricamente ha sido muy baja ha estado enfocada más al mantenimiento de la red, y en segundo lugar a la inversión en ampliación de vías primarias, desarrollo de nuevos proyectos e integración de las redes fluviales, férreas y carreteables. No obstante, entre 2002 y 2009, según la Cámara Colombiana de Infraestructura, las dobles calzadas pasaron de 52 km a 726 km.

Las inversiones en vías 4G cuyo costo asciende a $47 billones, con 29 proyectos de los que 27 se desarrollan entre 2015 y 2019, se reducirá el tiempo de transporte en más del 15%, impactando el 1.5% del PIB nacional. Adicionalmente los 12 proyectos 5G previstos desde 2020 y los cuales incluyen obras carreteras, férreas, fluviales y aeroportuarias, requieren una inversión cercana a $22 billones.

Pero para las vías terciarias, ausentes o en mal estado en zonas de conflicto, y para la cual no solía existir planeación, programas de mantenimiento rutinario, ni fuentes de financiamiento segura, entre 2010 y 2017 el país invirtió $3,2 billones en 40 mil Km, para una media de $460 mil millones anuales, siendo el 2008 con $850 mil millones a través de los Contratos Plan para la Paz, el año con mayor inversión.

Es que estas vías rurales, son la cenicienta: 7 de cada 10 kilómetros de la red de carreteras de Colombia pertenecen a una vía terciaria. Pero si de los 206.708 kilómetros de vías de Colombia, 142.284 kilómetros están en la red terciaria, pese a la importancia de las vías rurales para la generación de empleo en el campo, de ellas generalmente más del 90% suele estar en mal estado.

Como referente, entre 2019 y 2022, además de $11,5 billones comprometidos en 50 obras que incluyen 19 proyectos de Cuarta y Quinta Generación (4G y 5G), también se invirtieron $5,6 billones para la atención de las vías rurales y red secundaria que representan el 91,5%, para un promedio histórico de $1,4 billones por año. Además, con las vías 4G Pacífico 1, 2 y 3, se reducirán a la mitad de tiempo los viajes Medellín-Manizales.

Y para nuestro caso, si en Risaralda la Nación invierte $250 mil millones en las vías La Virginia–Quibdó, e Irra–Quinchía–Puente Umbra, y en Quindío la Gobernación invierte $40 mil millones en vías rurales, en Caldas con un territorio más complicado se contemplan inversiones del INVIAS y departamentales por $311 mil millones para la conectividad con Antioquia por Supía, Riosucio y Sonsón, de $53 mil millones entre Neira y Aguadas, y de $187 mil en la vía a Mariquita.

Imagen08: Red vial primaria del departamento de Caldas. INVIAS 2022.

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02- MUNDO BACHUÉ: El Agua

 

EL CENTENARIO MUNICIPAL DORADENSE 1923-2023.



El 7 de Agosto de 1920, el Gobernador General Pompilio Gutiérrez se reúne con un grupo notable y firma una tardía acta de fundación para “El Corazón de Colombia”, que ya estaba fundado con el liderazgo de Antonio Acosta. Un año después se inaugura el trazado de la zona urbana, y ya el 26 de Abril de 1923 mediante ordenanza No. 44 la Asamblea de Caldas, en territorio que perteneciera a Victoria eleva a la categoría de Municipio a La Dorada, cuyas primeras elecciones populares se celebrarán el 11 de Octubre de dicho año, donde se elige al primer Concejo Municipal que se instalará el 1° de junio de 1924. 

En el municipio cuya extensión es de 574 Km², la cabecera que es la segunda ciudad en importancia del departamento de Caldas se localiza sobre la margen izquierda del Río Magdalena, a 178 m de altitud por lo que su temperatura promedio es de 28°C.

Como antecedentes, dicha fundación estuvo muy ligada a la construcción del ferrocarril entre Honda y Yeguas, con la extensión de la línea férrea de allí al Conejo donde se inició el poblamiento. La estación del tren ubicada en este poblado denominado La María, el que se había establecido entre la parte sur del “Barrio Conejo y Dorada vieja”, se dio al servicio el 1° de Junio de 1897. 

Antonio Acosta Gutiérrez, quien se había establecido en el lugar hacia el año de 1886 montando un leñateo en Conejo para aprovisionar las embarcaciones, estuvo acompañado para fundar el puerto caldense, por José Sierra, Pedro Molina, Ricardo Mejía, Rudesindo Castro, Deogracias Moreno, Mauricio Bernal y Teodolinda Ortiz.

Es que, finalizada la guerra de los Mil Días en 1904, los integrantes de la guerrilla ya sin oficio se vincularon a la construcción del Ferrocarril desde Honda hasta la quebrada de Yeguas, y al concluir dicha obra quedando cesantes se establecieron conformando el poblado al que llamaron La María.

La Dorada, que también se reconoce como la “Glorieta Nacional”, y al 2023 cuenta con más de 76 mil habitantes de los cuales el 90% son población urbana que se establece en una cabecera municipal compuesta por 37 barrios, y por ubicarse su territorio en el Magdalena Medio donde es reconocido como el segundo municipio ganadero de Colombia después de Montería, tiene como principal actividad económica el sector pecuario, al que le siguen como renglones la agricultura, la minería del oro, el comercio, la pequeña industria y la pesca. Los indicadores señalan que la tasa de dependencia económica en La Dorada es del 53,3%, y que la pobreza para el área urbana es del 35% y para la rural del 78%.

Los principales atractivos doradenses, además del carácter amable de su gente, pasan por el Parque Simón Bolívar (o de La Iguana) que se encuentra arborizado, y del Parque Santander también fresco y ventilado, entre otros lugares donde sobresalen la preciosa y monumental Catedral de Nuestra Señora del Carmen construida a mediados del siglo XX, el Parque Acuático El Cortijo, los Puente Navarro y a Pto. Salgar, y los museos del Río Magdalena y López Pumarejo; todo esto, además de los Carnavales de Río y Sol en junio, y de excursiones al Río La Miel, a la Vereda Buenavista y a la Charca de Guarinocito, entre otros lugares donde la gastronomía y experiencia acuática esperan.

Pero el estratégico lugar, de apostarle a una plataforma logística soportada en la intermodalidad gracias a la hidrovía- que reduce fletes un 50% respecto a la tractomula contra un 25% del tren- y en una revolución urbana – conurbándose con Honda y Puerto Salgar- podría incrementar el PIB nacional en 1.2 a 1.7% y generar entre 100 mil y 170 mil nuevos empleos para el país: esto si le apuesta al Puerto Intermodal en Purnio – Guarinocito donde quedaría 6 m por encima del nivel del río, y no en el sector Norte de La Dorada y “japoncito” donde las inundaciones amenazan.

Como referente, el impacto sería aún mayor, de extenderse la hidrovía al Sur hasta Neiva para que además de la capital del huila y de Honda, también Girardot y Ambalema vuelvan a ser puertos, se incorporen las 350 mil hectáreas del fértil valle del Alto Magdalena, y si se implementan varias industrias minero-energéticas en este sector del Magdalena Centro donde se cuenta con agua y energía abundantes, y que deberá conurbarse para prevenir conflictos y aprovechar potencialidades. 

Imagen09: Arriba, panorámicas de La Dorada, y abajo, Guarinocito y Puente La Dorada Puerto Salgar. Web del municipio, del PDP-MC, Co.pinterest.co, Kikipedia.org y Dairo Correa, en- flickr.com.

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HONDA, FRENTE A LOS DEVENIRES DEL DESARROLLO


Ubicada en el Magdalena Centro, en territorio de aborígenes Ondaimas sobre el punto de quiebre entre el valle alto y medio del río mayor de la patria, vecino a un raudal y en la confluencia del río Gualí, aparece “la ciudad de puentes y subiendas”, un puerto fluvial de 1560 ubicado a 220 msnm, que se erige Villa en 1643 y Municipio en 1863, lugar donde pequeñas embarcaciones como champanes y canoas pudieron remontar con riesgo la corriente, pues el Salto de Honda puso límites a la navegación a vapor: modo de transporte que intentó implantar Santander desde 1823, se establece desde finales de la década de 1840 y se regulariza a finales del siglo XIX.

En la Colonia, viajeros y mercancías llegadas al Caribe con destino a Santa Fe (1538), tomaban la ruta por tierra desde Cartagena (1533) hasta Barranca Vieja, cerca de Mompós (1537), donde se embarcaban en canoa para remontar el río en un viaje de 3 a 4 semanas, hasta detenerse en Honda, puerto vecino a la próspera Mariquita (1551). De ahí la construcción del Canal del Dique en el siglo XVI, una bifurcación artificial de 113 km del río Magdalena construida para facilitar la navegación entre Calamar y la bahía de Cartagena.

El Salto de Honda, no solo dividió en dos la navegación del Magdalena entre Neiva y Calamar, sino que también ha definido la suerte del hermoso puerto tolimense, al convertirlo en nodo del sistema intermodal de transporte gracias a la convergencia de las vías terrestres, a pesar de los avatares del comercio interior y exterior de Colombia. El ingeniero militar y geógrafo Agustín Codazzi, en el marco de la Comisión Corográfica, estudia la posibilidad de allanar el raudal asociado a un desnivel de 69 m, para resolver el mayor escollo para la navegación del Magdalena.

Aunque los vapores remontaron el meandro de la Curva Conejo en La María (La Dorada), accediendo con relativa seguridad hasta el meandro Vuelta de la Madre de Dios, lugar donde carga y pasajeros transbordaban a canoas o tomaban cabalgaduras con destino al poblado localizado 25 kilómetros aguas arriba, también más adelante surgen dos puertos: Caracolí una milla aguas abajo de Honda para la navegación de 1000 km hasta el Caribe, y Arrancaplumas, aguas arriba de la desembocadura del Gualí para navegar 400 km hasta Neiva.

Ahora, gracias a las copiosas riquezas que circulaban por el histórico poblado, al surgimiento del café de las grades haciendas de Cundinamarca y al incremento de la población en el Tolima Grande consecuencia del auge de la explotación del tabaco, Francisco Cisneros inicia la construcción del ferrocarril entre Honda y la Dorada poniendo en servicio el primer tramo entre Honda y Caracolí en 1881 y 15 kilómetros adicionales en 1885; diez años después extienden la línea 23 km entre Arrancaplumas y la quebrada Yegua, y en 1897, finalmente, 35 km adicionales para alcanzar el puerto de La María (La Dorada).

Con el fin de las guerras civiles del siglo XIX y la bonanza cafetera de principios del siglo XX, en 1907 el ferrocarril Honda – La Dorada se extiende hasta Ambalema, en 1908 llega el tren de Bogotá a Girardot, entre 1921 y 1936 se construye el de Facatativá a Salgar, y en 1922 se inaugura el cable aéreo Manizales – Mariquita. Actualmente, mientras Caldas reclama la salida a la Hidrovía siguiendo el curso de la carretera al Magdalena de 1939 por Fresno, y no por Cambao, se propone el Túnel Cocoló de 6 km que reduciría en 26 km la distancia Honda-Bogotá, y avanza el proyecto vial Girardot- Salgar por Puerto Bogotá, frente al puerto tolimense.

Hoy el futuro de Honda pasa por la multimodalidad, que se fortalecería con el regreso del tren integrando la región andina a esta hidrovía cuyo potencial para la navegación se ha estimado en 500 millones de toneladas-año, según el Plan Maestro de Aprovechamiento del río Magdalena elaborado por la estatal china Hydrochina Corporation, lo que obliga a conurbar La Dorada y Honda para construir sinergias orientadas a desarrollar una plataforma logística, buscando acrecentar los impactos del medio fluvial en el que operarán convoyes de carga en el mediano plazo, tras el dragado concesionado por Cormagdalena a la brasilera Odebrecht.

Imagen10: Vapores del Magdalena en Arrancaplumas: juanmanuelrudas.jimdo.com

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SAMANÁ, TIERRA DE AGUA Y MIEL



En el Magdalena Centro, entre Argelia y Marquetalia o entre Victoria y Pensilvania, sobre un escarpado territorio de “agua y miel” con relictos de bosques primarios estratégicos, aparece Samaná habitado por 27.970 personas de las cuales 6.980 viven en la cabecera.

Constituido por los corregimientos de Florencia, San Diego, Berlín, Encimadas y el propio Samaná, mismo que hasta 1920 llevó el nombre de San Agustín, a donde la carretera que entró como trocha en 1932 debe esperar 80 años para su pavimentación, este precioso municipio, el más extenso de Caldas, alberga dos tesoros naturales significativos, como lo son la Laguna de San Diego que hace parte de una caldera volcánica, y la Selva de Florencia donde también aparece el volcán Escondido.

Aunque la historia reciente del poblado y sus corregimientos se baña en sangre e historias de desplazamientos, violaciones, secuestros y extorsiones, hoy en medio de la esperanza y calidez de sus amables pobladores que luchan por reconstruir sus territorios, se respira la paz.

Como evidencia del esfuerzo por el desarrollo comunitario, la primera alcaldesa electa, hace méritos al implementar procesos de alto impacto: verbigracia, optimizar los servicios e infraestructura del Hospital San José; apoyar la apuesta de Fundecos con la Galería de Memoria Histórica “Arley Arias García” donde las víctimas han visibilizado su dolor; y fortalecer la labor de la Casa de la Cultura en la antigua cárcel, con sus programas de danzas folclóricas y música colombiana, fortalecimiento de la biblioteca municipal y emprendimiento en producción de alimentos para mujeres víctimas del conflicto.

Aunque la presencia de los conquistadores en tierra de los Pantágoras se remonta al período que va de 1540 a 1585, lapso en el cual se funda en sus vecindades a Mariquita (1551) por Francisco Núñez Pedroso, y se produce el Holocausto del Ingrima consumado por los sanguinarios lugartenientes de Asencio de Salinas, la colonización de la tenebrosa selva del sur de Sonsón sólo se da en el siglo XIX por intrépidos mineros, que penosamente avanzan por la espesura para explotar los aluviones auríferos de los profundos cañones de los ríos La Miel, Dulce, Samaná y Tenerife. Norcasia, corregimiento de Samaná desde 1938, pasará a ser municipio caldense en 1999.

Según lo señala José Miguel Alzate en “Samaná en la Historia”, erigido Corregimiento adscrito a Pensilvania hacia 1884, gracias al apogeo de la minería de socavón en la mina de La Bretaña vecina a Florencia donde se emplearon 250 mineros, la Asamblea de Antioquia de forma apresurada declara municipio a San Agustín, debiendo degradarlo dos años después en virtud de que el ayuntamiento no pudo tener vida propia; esto, hasta que ya creado el departamento de Caldas (1905), existiendo condiciones, por iniciativa del párroco Daniel María López, en 1908 se logra su erección definitiva.

La Selva de Florencia, declarada Parque Natural Nacional en 2005, posee ecosistemas que hacen parte del bioma subandino y en menor proporción del andino. Se trata de una selva húmeda tropical de diez mil hectáreas en abrupta topografía, que cubre altitudes entre los 1700 y 2300 msnm, donde se registra un alto endemismo que se expresa en el mayor número de ranas del país, 42 especies de mamíferos, 52 especies de anfibios y reptiles, y 231 especies de aves, potencial de avifauna que le merece un sitial de honor al lado de Manizales. Además, su importante patrimonio hídrico, cuyas aguas drenan por los ríos La Miel y Samaná Sur, representa un potencial hidroenergético que amerita una planificación responsable y de alto contenido socioambiental.

Y finalmente, en este municipio dotado de oro de aluvión y plata, y de fuentes de uranio que se prospectan en Berlín, y en el cual gracias a su relieve pronunciado y pese a tener tierras con limitaciones, dada la baja densidad demográfica por fortuna son pocos los conflictos de uso del suelo, también aparece la Laguna de San Diego con 138 hectáreas y una altitud de 800 msnm: este es un humedal importante y único, con posibilidades turísticas, que dada su naturaleza volcánica asociada a una explosión freatomagmática, y por los ecosistemas acuáticos y terrestres que alberga, goza de la categoría de Distrito Integrado para blindarse de la acción depredadora.

* Imágen11. Izq: Laguna de San Diego (Akelarre196) y Selva de Florencia (Eltiempo.com), y Der: Panorámica de Samaná, en: http://pdpmagdalenacentro.org.

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LA MAGIA VERDE DE VICTORIA, TIERRA DE AVES



Victoria, un precioso municipio caldense que al 2021 tenía 10.440 habitantes, cuenta con una historia de múltiples fundaciones en territorio indígena Pantagora, donde la primera fue en 1557 bajo el dominio español recién fundado Mariquita (1553), y la segunda a orillas del Magdalena donde no prospera. Ya en el siglo XIX y en la década de 1840, en la Cuchilla de Bellavista resurge Victoria como un proceso colonizador de antioqueños, tolimenses y cundiboyacenses, hasta que en 1879 tras una sequía decide desplazarse al S-E sobre los Planes o Guadualito, donde resulta erigida aldea en 1884 y como municipio del Tolima en 1887 y posteriormente, en 1907, pasará a Caldas.

Aunque históricamente este poblado fue receptor de víctimas del conflicto armado que durante más de sesenta años sacude a Colombia, en su mayoría provenientes ellos de los municipios aledaños, aún se recuerda que en épocas de la violencia partidista la masacre de 1963 causada por alias “Desquite” en la vereda la Italia deja 38 víctimas; pero también sabemos que, si en Victoria no acontecen hechos victimizantes después del año 2017, actualmente los victorenses como gente de paz, pueden decir que definitivamente en su territorio ya superaron la crisis asociada a la violencia cuyos hechos victimizantes del oriente caldense, fueron en su mayoría cometidos por actores armados del frente 47 de las FARC y del bloque paramilitar Ramón Isaza.

Su territorio, con una extensión de 507 km², con un régimen de temperaturas que oscila entre 21 y 31°C, y que está bañado por las aguas de los Ríos La Miel, Doña Juana, Pontoná y Purnio, limita por el naciente con el puerto caldense de La Dorada, por el poniente con los municipios caldenses de Marquetalia y Samaná, y por el norte con Norcasia y Samaná que igualmente son de Caldas; y ya por el sur con los municipios tolimenses de Honda y Mariquita. Sus principales vías de comunicación rurales son dos: desde Victoria (cabecera) a Purnio – Doña Juana Baja – Cimitarra – La Fe – Isaza; y segundo, la carretera Cañaveral – Doña Juana Alta – Corinto – Fierritos – La Pradera – La Guayana – Carrizales – Isaza. 

Si bien la economía de Victoria se soporta en la actividad ganadera, y en cultivos como plátano, cítricos y otros frutales, también y gracias a su potencial natural característico del trópico andino, puede apalancar el ecoturismo aprovechando sus patrimonios biótico, hídrico y paisajístico, fortalezas que le demandan prácticas silvopastoriles y protección de rondas hídricas, como de los relictos de bosques y demás áreas protegidas del territorio, ya que estas estrategias de adaptación al cambio climático sumadas a la cultura amable de sus habitantes, pueden convertir a Victoria en un baluarte del aviturismo. Caldas con 815 especies de aves equivalentes al 42% de 1.900 que posee Colombia, tiene en el Oriente su mayor fortaleza.

Victoria que desde antes ha contado con múltiples áreas de interés ambiental, como lo son los relictos de Bosque Montecristo y Bellavista – Cuba, y otros relictos de bosque localizados en la margen derecha del río La Miel, además de los cerros de la vereda El Gigante,  actualmente con Corpocaldas ha declarado la Cuchilla de Bellavista, un área de 1.302 hectáreas ubicada entre 900 – 1.000 m de altitud, como Distrito de Manejo Integrado, asegurando dicho patrimonio con una figura que fortalecerá además de la conectividad biológica, el aviturismo que igualmente puede extender sus beneficios a las comunidades vecinas que habitan las márgenes de los ríos Guarinó y Doña Juana, y la parte media del Purnio.

Hay que ir a Victoria, no sólo para conocer la imponente Ceiba de la plaza Rafael Uribe Uribe o ascender al Mirador de la Cruz, sino también para aprovechar a fondo su potencial ecoturístico, soportado en una variada oferta de actividades que ofrecen los torrenciales ríos que atraviesan su territorio y sus ecosistemas de bosques naturales, no solo para hacer recorridos como el avistamiento de aves por la Cuchilla de Bellavista o un paseo por lugares como el balneario Doña Juana”, sino también para tener aventuras como el “rafting” o descenso en un bote sin motor por un río de aguas bravas y el nado con salvavidas, aprovechando al aptitudes del río La Miel para el canotaje y el balsaje.

* Imagen12- Ceiba de Victoria-Caldas, por Alcira Pamplona; y Registro de aves en Victoria-Caldas, Por Eliana Fierro-Calderón, 2010.

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ANEXOS 2 Mundo del Agua:

 

COLOMBIA ANFIBIA Y LOS ACUATORIOS DEL MAGDALENA

 

 

Haciéndole eco a la Cátedra Unesco de la U.N. de Colombia denominada “Un pacto por el río Grande de la Magdalena”, me referiré a los acuatorios o espacios transformados cuya estructura de soporte es un humedal, donde prima el régimen hidrológico superficial o subterráneo siempre regulado por factores climáticos; y esto, porque el río más emblemático del país requiere acciones que impulsen transformaciones ecológicas sustentables, donde se adecúen las intervenciones humanas no reguladas que muestran interrelaciones inconvenientes para los seres vivos del hábitat y pescadores que lo cosechan como cuerpo de agua.

Aunque en volumen y excluyendo los ecosistemas costeros, la proporción de aguas superficiales y subterráneas en Colombia es de 7 a 3 aproximadamente, si bien la menor proporción le corresponde a lagos y ríos, también aparecen en ellas además de las escorrentías, entre otras formaciones: ciénagas, esteros, pantanos, turberas, meandros, estuarios y marismas, según estemos ocupándonos de zonas de ribera cuando se trate de ríos, o lacustres cuando se asocien a lagos y reservorios, y palustres si están sin corriente de agua.

Las complejas relaciones simbióticas en los territorios del agua, entendidos como construcciones sociales e históricas tal cual lo es el Río Grande, mismas que se sumergen en los fragmentos dispersos de sus circunstancias, se expresan en los bienes materiales del ecosistema húmedo y comprenden el patrimonio inmaterial que recoge los saberes ancestrales. Allí esto, llena el vacío en la comprensión de las transformaciones de su estructura ecológica que soporta el hábitat de los pequeños asentamientos ribereños y de miles de pescadores.

Si en Colombia, aunque el agua le aporta el 10% al PIB, pero los costos ambientales y ocultos asociados suman el 4,5%, en el Magdalena los problemas recurrentes pasan por la carga de 150 millones de toneladas de sedimentos anuales, como causa de la reducción de la pesca al 10% y del blanqueamiento del 80% de los corales del Caribe. Pero si el Magdalena contabiliza tres millones de hectáreas de humedales, entrando en detalles, igualmente la Ciénaga Grande de Santa Marta con 730 mil hectáreas en su cuerpo de agua, aparece como el complejo lagunar costero más grande del país, también conectado al río.

Además, en el Río Grande del cual nos ocupamos, si sobresale el sistema Delta Estuario del río Magdalena, una albufera con 400 mil hectáreas, también está la Depresión Momposina como llanura aluvial de 24.650 km² en la que desaguan al Magdalena los ríos Cauca, Cesar y San Jorge, y donde la cultura Zenú y otros asentamientos caribes de épocas precolombinas manejaron de manera sostenible el acuatorio por más de 1000 años, lo que explica relictos arqueológicos de un sistema hidráulico para el aprovechamiento de las tierras fertilizadas periódicamente con sedimentos de las crecientes naturales.

Pero lo de los Zenú se desmanteló por los cambios enormes en las coberturas de la cuenca del Magdalena, donde se han arrasado el 90% de las coberturas naturales. En la actualidad el cierre de los caños que alimentan los extensos complejos de ciénagas que solían regular las crecientes naturales, ya no cumplen su función por haberle robado espacio al río y continuar presionando las manchas de la selva húmeda y el hábitat de aves, peces, anfibios y reptiles diversos.

Similarmente, la salinización de la Ciénaga Grande expresa su desconexión con el Magdalena y otros ríos al cerrar los caños, tal cual lo hacemos en los demás humedales del Magdalena dotado de 1900 ciénagas. Y para el Magdalena Centro, tenemos la Charca de Guarinocito, donde urge el dragado del río no sólo para la navegación, sino para restablecer el flujo y con él la vida acuática ya que el meandro estancado está invadido por el buchón de agua.

Finalmente, siendo la bioestructura de este país anfibio una unidad dialéctica donde confluyen intereses antropocéntricos y demandas biocéntricas, debe resolverse la desarticulación de los planes de ordenamiento territorial e hídrico, resolviendo el conflicto de intereses de actores externos, para rescatar la historia real y compleja de la gente del agua, y atender así los factores estructurales y las determinantes ambientales al planificar y optimizar los procesos que subyacen en la oferta y demanda de bienes y servicios de campesinos ribereños y pescadores.

Ref.: Documento Catedra UNESCO U.N. 2024. Imagen: Depresión Momposina: mapa  en Neotrópicos, e imagen de Gustavo Wilches Chaux en 2011.

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HUELLA HÍDRICA EN COLOMBIA



Al cuantificar la huella hídrica azul, verde y gris de las actividades agrícolas y pecuarias de Colombia, se pone en evidencia una grave problemática en la Región Andina, relacionada la concentración de la población y del PIB nacional. La magnitud de dicha huella alcanza los 25000 Mm3 al año, cuantía en la que el 85% es HH verde, el 10% es HH azul y el 5% HH gris. Al respecto, debe considerase que la cuenca Magdalena-Cauca, aunque concentra 32,5 millones de habitantes equivalentes al 65% de la población del país, sólo posee el 12% de su patrimonio hídrico subterráneo y el 13% de las escorrentías. En cuanto a la huella hídrica total del sector agropecuario, las mayores contribuciones provienen del café, el maíz, el arroz, el plátano, la caña de azúcar y la palma africana.

El Estudio Nacional del Agua ENA (Ideam 2014) se ocupó de la Huella Hídrica en Colombia. Como herramienta que permite estimar el contenido de agua oculta en cualquier bien o servicio consumidos, la huella hídrica HH, además de tener en cuenta el agua consumida y contaminada, y sus usos directos e indirectos en procesos antrópicos, se basa en un desarrollo de tres conceptos previos: el Agua Verde, que mide el agua dulce superficial o subterránea incorporada y que no retorna a la cuenca origen; el Agua Azul, si se valora solo el agua de precipitación; y el Agua Gris, si trata del volumen de agua contaminada en la cadena de suministros.

Según el ENA, en la demanda hídrica nacional, que en 2012 alcanzó 35.987 millones de metros cúbicos, la participación de usos por sector fue: 46,6% agrario, 21,5% energético, 8,5% pecuario, 8,2% doméstico, 5,9% industrial, 4,6% acuícola, 3,4% minero e hidrocarburos y 1,3% servicios. De dicha demanda, el 67% se concentró en el área hidrográfica de los ríos Magdalena y Cauca, el 16% en el Caribe y el 12% en la Orinoquía. En los cultivos permanentes, el de mayor HH azul fue la palma de aceite, seguido del plátano y la caña de azúcar; por su parte el de menor HH azul fue el café, que constituye también el cultivo permanente con la mayor HH verde de Colombia, seguido de caña, palma de aceite y plátano, mientras que el de la menor HH verde se encontró en flores y follajes.

En los cultivos transitorios la mayor HH azul le correspondió al arroz de riego, seguido de la papa y el maíz, mientras la menor estuvo en el arroz secano. La mayor HH verde la presentó el maíz y el arroz de riego nuevamente, seguidos de la yuca y la papa, en tanto que la menor estuvo en los cultivos de trigo. En la Orinoquía y Amazonía los pastos de corte y forrajeros no presentaron HH azul por comportarse como cultivos transitorios de secano. Se denomina agricultura de secano la que, en lugar de irrigación, utiliza la lluvia. En pastos ganaderos, mientras por áreas sobresalieron Vichada, Meta, Casanare, Antioquia, Arauca y Córdoba, al abarcar cerca de la mitad del pasto de Colombia, contrariamente, la superficie destinada a la ganadería extensiva en el Eje Cafetero solo representó el 2,3% y en el Tolima el 3%.

Al cuantificar la HH verde y azul para el sector agrícola y pecuario, como único sector con las dos huellas hídricas, el ENA estima a nivel nacional, una participación porcentual de 11% de HH azul, contra el 89% de HH verde. Pero otra cosa ocurre en la cuenca Cauca-Magdalena que cubre el 24% del área continental. Al respecto, dada la concentración del 70 % la actividad agrícola y del 80% del PIB del país en dicho territorio, allí se generó el 68% de la HH verde agrícola y el 66% de la HH azul agrícola; a esto se añade que, pese a la gran oferta hídrica de Colombia, la cuenca Magdalena-Cauca, aunque concentra 32,5 millones de habitantes equivalentes al 65% de la población del país, sólo posee el 12% de su patrimonio hídrico subterráneo y el 13% de las escorrentías.

Si en la gran cuenca del Cauca-Magdalena sobresalen los valles del Cauca y Alto Magdalena por la abundancia de aguas subterráneas, dicha disponibilidad resulta precaria en el Magdalena Medio y Bajo y en el cañón del Cauca. Esto es fundamental para las previsiones sobre los efectos del ENOS (El Niño y La Niña), donde se prevén variaciones de caudales con respecto al periodo de referencia (2010), según los escenarios proyectados por el IMAT, así: Para el Magdalena Alto, reducciones del 1% al 42% durante el Niño e incrementos mayores del 30% durante La Niña; para el Magdalena Medio, con El Niño se presentarían disminuciones entre 1% y 35%, y con La Niña incrementos del 7% al 30%; para el Bajo Magdalena durante El Niño reducciones entre 20% y 46%, y con La Niña incrementos que superarían el 20%; en tanto que para la Cuenca del Rio Cauca, con El Niño las disminuciones excederían el 30%, y con La Niña los incrementos serían del 12% al 60%.

Imagen15- Huella Hídrica en Colombia. Huella Hídrica de la agricultura en Colombia según La WWF 2012.

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AVITURISMO: SECTOR EMERGENTE Y PROMISORIO.


El turismo de naturaleza, entendido como aquella actividad que se enfoca en la observación, disfrute y recreación en espacios naturales, incluye el turismo de aventura, el turismo rural y el ecoturismo. Mientras el turismo rural consiste en el disfrute, la recreación y el descanso en el entorno natural, rural o campestre, para lo cual se propicia la participación en actividades que permitan el conocimiento de las costumbres y en general del modo de vida de las comunidades locales, el ecoturismo es el conjunto de actividades que el visitante realiza al aire libre, bien sea en áreas naturales o seminaturales con el fin de disfrutar de paisajes, flora o fauna, e incluso para conocer manifestaciones culturales cuyo conocimiento implica su comprensión, apreciación y conservación.

Del segundo ítem, interesa el aviturismo que consiste en observar e identificar aves en su hábitat natural, ya que resulta estratégico para Colombia por ser el primer país del mundo en diversidad de aves (más de 1900 especies), lo que equivale al 20% de las especies de aves en la Tierra, y donde al 2011 se reportaron 197 especies de aves migratorias, 193 casi endémicas y 79 endémicas; aunque pese a este gran potencial, dada la creciente pérdida de ecosistemas, también podríamos ser “el país de la extinción de las aves”. A nivel global según el Servicio de Vida Silvestre de Estados Unidos (2011), se registraron 47 millones de observadores de aves, de los cuales 17% toma un viaje internacional al año, lo que equivale a 3 millones de viajes por año, que representan un volumen de 6 millones de turistas a observar aves.

Dicha actividad, que exige buenas prácticas para un aviturismo incluyente y responsable, la guianza y una experiencia significativa, y la calidad del servicio, también es un sector promisorio para la Ecorregión Cafetera, en especial para mejorar ingresos de comunidades vecinas a áreas de interés ambiental. Como referente, en Latinoamérica, Colombia con Brasil y Costa Rica, aparece en el TOP 3 (2014), así: por el número de visitantes a áreas protegidas con vocación Ecoturística, Costa Rica 1,738,601, Brasil 7,305,178 y Colombia 917,146 visitantes; por superficie en áreas protegidas, Brasil 978,725 km2, Colombia 149,238 km2 y Costa Rica 13,132 km2; y en número de visitantes por km2 de Área Protegida, Costa Rica 132.4, Brasil 7.5 y Colombia 6.4.

Además de los Observadores expertos competitivos y muy dedicados, que traen su propio equipo, dispuestos a viajar largas distancias para ver aves raras o nuevas y aumentar su “lista de vida”, grupo que representa el 10% de los aventuristas y cuyo perfil es predominantemente hombres entre 40 y 50 años; están los Observadores “Entusiastas” o medianamente especializados, que representan el 50% del total y que en mayor proporción son mujeres entre 50 y 70 años; y finalmente los Observadores “Casuales” o ecoturistas que participan con el 30%, y que combinan la observación de aves con otras actividades basadas en la naturaleza.

El país, dado que la conservación resulta fundamental para su desarrollo económico y social, en el marco del posconflicto, debería alinear esfuerzos con el proceso de paz en beneficio de comunidades rurales de la Colombia profunda, mediante políticas y estrategias que incluyan, además de formación en conservación del patrimonio cultural y natural, conocimiento expedito de su territorio y formación de guías; el tema de alimentación segura, calidad del alojamiento y saneamiento básico; e incluso el apoyo a comunidades locales para la seguridad durante el viaje y estancia, confiabilidad del transporte local, e información sobre actividades de complemento.

Siendo el turismo una de las actividades económicas más dinámicas del mundo, tanto por su aporte al PIB (10%) y generación de empleo (12%), el avistamiento de aves en Colombia, como subproducto del turismo de naturaleza complementado con ofertas de avistamiento de aves a nivel urbano tal cual lo hace Bogotá, podría centrar su atención en países como Estados Unidos y Reino Unido que tienen la demanda por aviturismo más grande a nivel mundial, y en particular en Europa y Norteamérica donde se encuentra la principal demanda potencial, ya que para el caso latinoamericano, el país debe competir con Perú y Costa Rica y en menor grado con Brasil, Argentina, Ecuador y Venezuela,

Imagen16: Aviturismo en Eje 21 y de la Feria Internacional de las Aves-Colombia BirdFair 2016 en Cali, Radiomacondo.fm

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03- MUNDO YURUPARÍ: El Aire

 

HACIA EL BICENTENARIO DE SALAMINA, LA CIUDAD LUZ


De la mano de la Escuela Taller de Caldas y del Paisaje Cultural Cafetero de Colombia PCCC por su especialidad, la tierra de Agripina Montes, Emilio Robledo y Tomás Calderón, debería llegar a su bicentenario en 2025 con una condición que le haga tributo a su monumental arquitectura vernácula de continuos urbanos en bahareque. Aunque en el bahareque existen variantes de tierra, madera, metálico y encementado, el que se expande por la ecorregión cafetera, mismo que se levanta allí sobre una cimentación de cantos rodados y tapia pisada, constituido por una estructura de guadua y maderas nativas, donde los paneles con riostras diagonales le dan al sistema el carácter “temblorero”, y se cubren con una mezcla de limos inorgánicos y cagajón dispuesta sobre esterilla de la misma bambusa, por ser la técnica constructiva más extendida en el PCCC, podría dar mérito a una declaratoria de la UNESCO para reconocer al poblado como Patrimonio de la Humanidad.

Si bien la “Convención sobre Protección del Patrimonio Mundial Cultural y Natural”, fue adoptada por la UNESCO en 1972, casi medio siglo después el catálogo de bienes con el título de Patrimonio Mundial conferido, cuenta ahora con 1.121 sitios, de los cuales 897 son culturales, 218 naturales y 39 mixtos, ubicados en 167 países; apareciendo entre los nuestros con la categoría de Patrimonio Cultural: el Parque Arqueológico de San Agustín, al Sur del Huila (1995); el Parque Arqueológico Nacional de Tierradentro vecino a Belalcázar e Inzá, Cauca (1995); el Centro histórico de Santa Cruz de Mompox, sobre un brazo del Río Magdalena (1995); el sistema vial inca Qhapaq Ñan de 30.000 kilómetros, que recorre los Andes (2014); y el Paisaje Cultural Cafetero de Colombia, cuya economía y cultura han girado alrededor del café (2011).

Para la “Ciudad Luz”, permítanme dos antecedentes: 1- que la declaratoria del PCCC como un bien material e inmaterial diferenciado por soportarse desde 1927 en un modelo de producción colectivo institucionalizado, a través de la Federación Nacional de Cafeteros, quien además de incidir en la producción de un café suave con tradición, se ocupó de elevar la calidad de vida de los productores al electrificar el campo, y dotarlo de acueductos, escuelas, puestos de salud y vías rurales, ampara territorio rural y urbano de Salamina; y 2- que la región del PCCC declarada patrimonio cultural de la humanidad en 2011, además de vincular 411 veredas, involucra a 47 municipios, entre ellos Salamina, donde se ha creado la Fundación Escuela Taller de Caldas y del Paisaje Cultural Cafetero Colombiano “FETC-PCCC”, concebida para formar en la recuperación de materiales, técnicas constructivas y saberes tradicionales en dicho territorio.

Siendo así, el emblemático poblado que en 2025 cumplirá 200 años, merece una gestión gubernamental anticipada ante la UNESCO, para tramitar la declaratoria que le confiera el título de Patrimonio de la Humanidad, tal cual lo propusieran en 1995, François Widemann del CNRS de Francia y Luis Gonzalo Valencia del Ministerio de la Cultura francés, quienes ofrecieron acompañar el proceso, acordando labores que desafortunadamente no concluyeron, fracasando el cometido: para el efecto la tarea a reiniciarse en esta ocasión como soporte al trámite, consistiría en complementar el levantamiento de los inmuebles del poblado, subrayar el carácter patrimonial del bahareque como arquitectura vernácula en el área ya delimitada y elaborar un plan de manejo y estímulos para garantizar su restauración, intervención y preservación, con soportes tales como la Escuela Taller de Caldas.

De exaltarse a Salamina como un “valor universal excepcional”, este poblado de construcciones de bahareque y tapia con teja de barro, ubicado a 1822 msnm en lo alto de un ramal cordillerano, cuyo Centro Histórico fue declarado Monumento Nacional en 2005, también se fortalecerán poblados del PCCC con el ecoturismo como factor de desarrollo regional. Al respecto debo advertir que, entre los atributos de la declaratoria del PCCC, así se aluda al factor urbanístico, no aparece expresamente el bahareque subrayando como valor su arquitectura vernácula, lo que invitaría a conocer, restaurar y preservar, este y otros poblados que también exhiben esta arquitectura por doquier con puertas y ventanas de maderas nativas, adornadas con calados, tallas y apliques, al igual que zaguanes, patios y corredores igualmente decorados con macetas portando coloridos jardines.

* Imagen17: Salamina- Acuarela de 1852 y Centro Histórico declarado en 2005.

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NEIRA: ENTRE LA RURALIDAD Y LA CIUDAD REGIÓN




Estas notas pretenden mostrar la necesidad de acometer tareas en pro del  desarrollo de Neira, reconociendo además de algunos elementos relacionados con la infraestructura futura asociada a la intermodalidad, las circunstancias asociadas a la  profunda brecha de productividad entre los medios rurales y urbanos, y otras problemáticas socio-ambientales y posibilidades que inciden en las dinámicas  de estructuración de su territorio, que entendido como una construcción social e histórica, pueden ser resueltas para facilitar, además de la solución de los conflictos, el aprovechamiento de las opciones de Neira en un medio de facto conurbado, y urgido de acciones ambientales de adaptación al cambio climático y de reconversión productiva de cara al Paisaje Cultural Cafetero de Colombia PCCC.

Neira, un municipio de Caldas, bañado por los ríos Tapias, Tareas y Guacaica, fundado en 1842 y cuya superficie es de 350.6 km², cuenta con una población de unos 30 mil habitantes, de los cuales 15 mil que son urbanos, se localizan en su cabecera ubicada a 1969 msnm. Entre los innumerables hijos notables de Neira, están el exministro Mario Calderón Rivera (1932-2014), el Político Marino Jaramillo Echeverri (1923-2016), y reconocido Maestro David Manzur Londoño (1929-), por fortuna vivo a la fecha.

Neira, además de la cabecera, cuenta con 4 centros poblados y 36 veredas, a saber:
Pueblo Rico: un mirador con gran potencia paisajístico y arquitectónico, de conformación lineal, localizado sobre una cuchilla, en la ruta del antiguo Camino Real que llegaba por La Linda a Manizales.
Tapias Estación Neira: es la Antigua Estación del Ferrocarril del Pacífico, un lugar vecino a IRRA -corregimiento del municipio de Quinchía-, donde los terrenos de la banca de la carrilera fueron invadidos.
La Isla: caserío vecino a Llanogrande y sobre el antiguo paso en la ruta Manizales – La Pintada, cuando no existía la carretera Panamericana o Troncal de Occidente, hoy denominada Pacífico Tres.
El río: ubicado en el sector del puente del río Tapias, instalación que sirvió para el cruce de caminos o rutas provenientes de “La vuelta a la Marrana – el sector de Dantas “ y “El Empalme _ Tareas parte alta“. Las veredas, son: San Pablo (sector Buenos Aires y La Matilde), La Mesa (sector la Concha y Alto El Roble), Buenos Aires (sector Verdún, La campana, Ventiaderos y Puerto Guacaica), Pueblo viejo (sector Plaza Vieja), El Limón (sector El Guineo), El Jardín (sector La Estufa), La Gregorita (sector Barcinal y Barro Blanco), Ceilán (sector Alto y Bajo Ceilán), Trocaderos, Pan de Azúcar (sector Morro Azul y Hoyo Frío), Cardal (sector Las Peñas y Cardalito), Felicia, Tareas, El Descanso (sector El Empalme y El Madroño), Los Za

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