El café, cultivo amigable con el medio ambiente
El Diario, Pereira. Enero 27, 2025.

Bajada Además de ser la principal fuente de ingresos para más de medio millón de
familias y la columna vertebral de centenares de municipios a lo largo y ancho del
país, el café es uno de los renglones agrícolas que mayor aporte le hacen a la
sostenibilidad del planeta y a la preservación de sus recursos naturales en las más
de 931.000 hectáreas sembradas con este cultivo.
Óscar Osorio Ospina
En el evento COP 16, realizado el año pasado en la ciudad de Santiago de Cali con
una extraordinaria participación internacional, la caficultura colombiana se destacó
por su aporte a la sostenibilidad del planeta y a la preservación del medio ambiente.
Y es que este renglón del sector agrícola presenta un equilibrio evidente entre la
producción, la conservación y el bienestar rural, atributos que están presentes desde
el cuidado de la biodiversidad hasta la implementación de prácticas sostenibles, lo
cual augura un futuro más sostenible para el país.
En la COP 16, en el panel "Rol de la Agricultura para la Conservación y
Regeneración de la Biodiversidad y el Crecimiento de la Bioeconomía", entre otros
temas, se resaltó el compromiso del sector con la sostenibilidad ambiental,
abordando la conservación de la biodiversidad y la captura de carbono, reafirmando
el liderazgo de la caficultura en la economía verde y su papel en el crecimiento
sostenible del país.
En este sentido es necesario destacar los esfuerzos que desde la Federación Nacional
de Cafeteros se hacen en esta dirección, los cuales se pueden evidenciar en acciones
como éstas:
Reducción del uso del agua hasta en un 90% mediante tecnologías de bajo
consumo y reforestación de cuencas.
Implementación de tecnologías que han reducido la contaminación del agua,
pasando de 40 litros por kilogramo a solo 0.5 litros por kilogramo.
Desarrollo de filtros verdes que ayudan a mantener la calidad del agua.
Eliminación de la contaminación equivalente a las aguas residuales de 2
millones de personas al año, logrando cero contaminación en las operaciones
cafeteras.
A este conjunto de avances se suman otros hechos que bien vale la pena destacar,
como los procesos de restauración de los suelos y de contención del avance de la
reforestación mediante la siempre de millones de árboles y la reducción de la
contaminación de las aguas.
En estas condiciones, el café colombiano no solo deleita a millones de personas,
sino que también es un aliado clave en la lucha contra el cambio climático. Cada
hectárea de café elimina 4,7 toneladas de CO2 equivalente al año, contribuyendo de
manera directa a la reducción de la huella de carbono y a la protección del planeta.
En la anterior cumbre (COP15), de 2022, se acordó un nuevo marco global que por
primera vez compromete a los países a manejar de forma sostenible las zonas
dedicadas a la agricultura. Pero ¿cómo proteger la agrobiodiversidad desde la
agricultura si los sistemas productivos han sido unas de las principales causas de su
pérdida? En el marco de la COP 16 se pusieron en evidencia otros ejercicios que
desde la caficultura buscan contribuir con ese objetivo.
En Chinchiná, departamento de Caldas, se está promoviendo una nueva forma de
caficultura. Ahora los pequeños agricultores no solo tienen café, sino que intercalan
en el cultivo plantas de fríjoles. Y no cualquier fríjol, sino unos desarrollados por los
científicos de la Alianza de Bioversity y Ciat, en conjunto con la Federación
Nacional de Cafeteros y Semillas Guerrero y Asociados, a partir de variedades
colombianas.
Estos fríjoles, ricos en hierro y zinc, tolerantes a sequías y con alto rendimiento, no
solo optimizan el uso de la tierra y la conservación de los suelos, sino que son
nutritivos y constituyen un flujo constante de ingresos para los pequeños
productores, garantizándoles estabilidad financiera durante la resiembra de sus
cafetales.
Como esta, existen muchas formas creativas de aprovechar nuestra biodiversidad,
tanto en el campo como en la mesa, y además contribuir a la adaptación al cambio
climático y la lucha contra la malnutrición.
Alrededor del proceso de compra de café en cereza, que se está impulsando desde la
organización cafetera, también existe una apuesta importante al respecto. Esta
operación consiste en que el cafetero vende la cosecha en cereza a organizaciones de
caficultores que cuentan con plantas de beneficio comunitarias, con lo cual no solo
ahorran costos en este proceso, sino que se pueden ejercer controles más estrictos
para evitar la contaminación de los suelos y las aguas.
Los cálculos indican que en cada año cafetero en Colombia se generan alrededor de
2.8 millones de tolendas de residuos que se pueden aprovechar. En la actualidad, ese
material se queda en los campos sin hacer nada, porque sólo el 20% de la fruta del
café es utilizada para exportación. El mucílago -que es la baba dulce que recubre la
semilla- se puede utilizar como biomasa para la producción de energía o como
insumo para fabricar biofertilizantes, cosméticos e incluso etanol.
En Zipacón, Cundinamarca, 100 caficultores que cuentan con una pequeña central
de compra de café de cereza y que están haciendo biofertilizante a partir de
‘biochar’ y de humus y están vendiéndolo en secado, lo que ya empieza a generarles
un rédito. Y en Antioquia hay una multinacional que tiene una planta de destilado
para sacar etanol a partir de pulpa y mucílago de café.
De esta manera se buscando buscando cumplir con ese objetivo de la sostenibilidad
que las organizaciones cafeteras tienen como sociedad para causar el menor daño
posible al medio ambiente y sacar los mayores réditos de la producción agrícola, con
lo que este cultivo pasará de una economía lineal a una economía circular, cuidando
el ingreso del caficultor colombiano.
Nota de la Redacción: Este artículo hace parte de las notas publicadas en la
segunda versión del libro “El Eje Cafetero en una taza de café” que acaba de
publicar EL DIARIO.
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